11/05/2004

La búsqueda de Rufus

Toda la semana, Rufus (mi perro extraño) no estuvo en casa. Mi mamá insiste que se perdió, que solito se fue a pasear y ha decidido no regresar. Perro callejero jamás de casa. A veces pienso: Ojalá así hiciera ella. Desde que se fue Rufus ella ha estado más contenta, más dicharachera, más activa. En las tarde-noches, ella toma posición de la sala y utiliza la laptop para escribir y escribir. Como a las nueve, ella se despide, con la laptop en una bolsita de mercado, y se va a su depa, que está a unos cuantos edificios de distancia. Dice que escribe mucho ahora que la bola peluda no le ladra.

Extraño a mi perro, saldré a buscarlo, a ver si no perdió su norte.

10/17/2004

La mamá que algunos tenemos y otros desean

Recordando anécdotas de mi preparatoria... he de platicarles que yo estudié en una de hermanos maristas, dónde sólo habíamos puros hombres. Ya se imaginarán las hormonas, lo estricto que era contenerlas dentro del recinto. En cada inicio, de cada clase, rezábamos un padre nuestro. Los profesores, en su mayoría hermanos maristas, ya estaban demasiado viejos y eran, sin duda, los más estrictos. El nombre de mi preparatoria no importa, algunos habrán de reconocerla tan sólo leyendo estas líneas.

Sin embargo, yo tuve una etapa más difícil que los demás... porque mi mamá iba por mi a la escuela. Apuesto que están pensando en sus tubos, en su vestimenta exótica, en su rodillo de cocina (el que no dejó por error y lo sacó por inercia). Pues no, esa no era mi jefecita. Mi jefecita, hace unos añitos... tenía un cuerpazo todavía, con decirles que era mesera de un bar en el centro histórico. ¿Por qué? ¿Nos faltaba dinero? No, para nada. Lo hacía por puro gusto. Mi jefa en ese entonces, le gustaba presumir el cuerpazo que todavía tenía. Le gustaban sus vestidos ceñidos, su cinturita y vientre plano de ejercicio.

No basta decir que no me la acabé. Hice como veinte amigos el primer día de clases y mi mamá opinó que todos estaban lindos, pero que el más bonito de todos esos era yo. A mi no me importaba, después de todo, mi vida social se facilitó gracias a mi jefa. Excepto cuando escuchaba como alababan sus partes como si yo no estuviera presente, entonces si me prendía y amenazaba a agarrar a golpes a quien se atreviera a abrir la bocota para decir algo respecto a mi jefecita.

Un día le pedí a mi mamá-: O dejas de vestirte así o deja de venir por mí a la escuela.

-Hijo -me respondió ella-, me veo bonita y me vale un cacahuate que te jodan o no. Algún día me entenderás.

¿A qué viene todo esto? Bueno, a que creo que ya lo estoy comprendiendo. Hoy mi mamá estaba estrenando un pantalón de vestir. Nos preguntó a mi y a Virginia como se le veía y le respondimos que bien. Ella sonrió y se fue al espejo del baño, a admirarse un rato... fácil, unos veinte minutos.

Cuando yo pasé por ahí, escuché como dijo-: No... ya no. Soy una vieja vaca, gorda y fea.

10/14/2004

Se acerca el día de muertos...

Poco a poco, se acerca. Mis fantasías homicidas donde los involucrados son mi madre, mis manos y una piyama de conejitos (no pregunten) son más frecuentes en estas fechas. Incluso en los sueños, no evito pensar en el método o la manera en qué me pueda deshacer de ella. Algunos pensarán que se soluciona con un asilo de ancianos, donde la recluya eternamente. No, no es así porque existe el teléfono y escucharía su voz aguda durante tres veces al día, o cuatro, o cinco. Entonces me asaltaría el síndrome de culpabilidad e iría a sacarla y estas fantasías que tengo, se volverían intensas a un punto insoportable en que tendría que cumplirlas.

¿Ven? Es por eso que yo quiero a mi mami y la tengo cerquita de mi, para fantasear nomás.

Recientemente me pidió la laptop, una toshiba vieja que tengo arrumbada por ahí, porque dice que quiere volverse escritora. Ese mismo día que la pidió, la prendí y le borré unos viejos archivos que tenía por ahí. Ya saben... una que otra fotito artística que mi madre no debiera ver, copié otras que definitivamente no debiera ver pero si quería conservar (Ummm, Virginia. Las cámaras digitales son una maravilla) y le entregué la laptop prácticamente desnuda.

-¿Qué piensas escribir mamá? -le pregunté, no pude evitarlo... la pinche curiosidad.

-Me alegra que preguntaras Salo. Voy a escribir un diario para publicarlo.

-¿Ah si? ¿Y con quién lo vas a publicar?

-Ay no sé Salo, me gustaría que lo leyera mucha gente... yo creo que lo publicaré en internet. ¿Tú sabes cómo?

-Ni idea mami.

-Tu debes de saber... anda, no seas malito, dime.

-No mamá, no tengo idea. Tú sabes que para las computadoras soy un idiota -excepto para el messenger, para el solitario, para el internet, para buscar fotos porno, para bajar las fotos de Virginia a la computadora...

Mi mamá hizo cara de puchero y yo no supe donde esconderme.

-Bueno... iré escribiendo cositas, de mis memorias y mi autobiografía y cosas así y luego veo donde lo publico. A la mejor si se lo mando a Andrés Manuel, ¿tú crees que le guste? Yo creo que para él sería fascinante conocer la vida de una señora como yo, a la mejor él podría ayudarme. ¡Ya sé! ¡Se lo mandaré este dos de noviembre, junto con una calavera! ¿O sería más patriótico el veinte? En vez de dedicarle una calavera, mejor un corrido. ¡Ay no sé, tantas opciones!

-Si mamá... tantas, tantas (todas, menos el internet... ni se te ocurra o si te mato)

10/11/2004

Algunos se preguntarán...

si es que alguna vez llegan a dar conmigo, si es que acaso me recuerdan... si, tal vez se preguntarán porque me desaparecí tan violentamente de la blogósfera que todos queremos y amamos. Y nomás déjenme decirles que no me iba tan mal, tenía como 800 visitas diarias y 3,000 comentarios cada seis meses. No, no tanto así... pero si uno que otro correíto, diciéndome que estaba enfermo por postear cosas tan personales como cierta fantasía que tengo de matar a mi madre y los jueguitos crueles a los que a veces me someto. ¿Eso fue suficiente para que se diera mi abrupta desaparición de la blogósfera? Si debo serles mortalmente honesto... la verdad es que no.

Si me desaparecí fue por huevón para seguir escribiendo una weylog y lamentablemente otros (un wey que dice tener mil nombres, figúrense ustedes! A ese si llámenle enfermo!) se han tomado el crédito de mis enfermades que me corresponden a mi, y nada más a mi. Claro que estuve al tanto durante todo este tiempo y entre mi trabajo, consentir a Virginia y soportar a mi madre... estuve pensando: ¿Debiera intentarlo de nuevo? ¿Me darán una oportunidad de demostrarles que mi madre es la persona más bizarra (en el sentido literal y deformado mexicano de la palabra) del mundo? ¿Debería dejar que el chavito aquel se tome el crédito por todo lo que logré en unos cuantos posts? ¿En serio era mi tiempo de dejar de dedicarle tanto a mi jefecita, al Rufus, y demás?

A preguntas estúpidas, respuestas estúpidas.

Aquí estoy y que las cosas vengan poco a poco, si mi madre me permite... seguiré escribiendo. Y si ustedes se divierten, es un bono extra. Así que bienvenidos de nuevo a "Si mi madre tuviera un blog"... y si se quedan hasta el final, prometo invitarles unos tacos de canasta.

1/07/2004

Deporte extremo #324: Mi madre y la rosca del Globo.

El Globo es una famosa pastelería, para aquellos despistados o visitantes de Extranjia.

¿Y mi madre? La peor de todas, gracias por preguntar.

Ecuación pertinente, sin temor a errar las matemáticas: Globo + rosca + madre = Desastre.

La gente, la gran mayoría de la gente, tiene anotadas las fechas especiales con un plumón y una carita feliz en el calendario. Yo no. Para mi, todas las fechas especiales, todos los asuetos, lo que sea, desearía yo estar en otra parte. Desearía que hubiera mucho trabajo y no regresar en casa hasta dos meses después, ya pasadas las secuelas. Si, eso desearía... pero vamos, ¿por qué es tan terrible, se preguntarán? ¿Por qué siempre exagera este tipo? ¿No será su mamá la que tenga un energúmeno? Probablemente si, soy un energÚmeno. Y ya saben el dicho: "Hijo de tigre(sa) pintito".

Y bien, sin más preámbulo... la anécdota de la compra de la rosca.

La rosca mi madre insiste en comprarla en la noche del seis, porque así: "Está fresquesita, recién horneada y como debe ser. ¿O a poco quieres comer pan duro?", no mamá, "¿Entonces qué preguntas?". Y ahí vamos. Vistete Salomón, agarra las llaves del coche Salomón, ignora la sonrisita burlona de Virginia... Salomón, tú puedes Salomón. Y ahí vamos mi mamá y yo. Mi mamá vestida de dorado y con un gorrito cilíndrico que no sé muy bien describir, con una bufanda rosa y harta joyería en manos y cuello, casi parece africana. "En honor a Baltasar quien llevó mirra a nuestro señor Jesús".

Si mamá.

¿Realmente Baltasar le llevó mirra a Jesús? En fin.

Bajamos al coche, mi mamá tintineando como campanita todo el camino y con un rostro solemne. Nos subimos y ahí empieza el espectáculo. Bueno, el espectáculo empezó desde que ella nació... sin embargo, esas son otras anécdotas y habrá tiempo de contarlas todas. Ahora, a lo que vamos: Globo y Rosca de Reyes.

El resto de la ecuación del caos.

Llegamos en cuarenta minutos. No es que esté lejos de casa, es que el tráfico estaba inmenso. En fin, nos bajamos del coche, entramos al globo y pareciera que todos los clientes veían a mi madre, la reina maga, hacer su aparición. Hasta la vi por un momento y creí que su color era un poco más oscurito que el usual. Por supuesto, la luz del establecimiento, el traje completamente dorado, mi mamá era una estrella. El brillo cegaba a quien le mirara y yo, iba como basura espacial atrás de la cola del cometa. Pues ahí vamos a escojer la bendita rosca.

Restaban alrededor de 6 ó 7 en el mostrador que mi madre cuidadosamente seleccionó de entre unas 15 roscas (aunque todas, eran exáctamente iguales). Se robó a una de las señoritas, pellizcándole el hombro y señaló cada una de las roscas.

"¿Cuántos muñecos tiene cada una?", preguntó ella.

La señorita, un poco molesta por el pellizcón, "diez".

"¿Cuándo las hicieron?"

"Hoy en la tarde, discúlpeme, estaba atendiendo a otros cl..."

"¿HOY EN LA TARDE? ¿HOY EN LA TARDE? NO, DEMANDO, EXIJO UNA HECHA AHORITA MISMO".

Yo me quedé atrás, muriéndome de vergüenza, haciendo mi mejor interpretación de: "Hey, yo no conozco a esta loca... estoy igual de sorprendido que ustedes".

Mi madre levantó un dedo y acercó amenazaradoramente su brillantez a la dama que nos atendía: "¿Qué no saben que el pan duro es peligroso? ¡El pan duro lo comen los perros! ¿Estará de acuerdo señorita?"

"Cr... creo... que si".

"¿Entonces, cómo se atreve tan siquiera a sugerir qué está vendiendo a su clientela pan tan viejo cómo ese? ¿A sus hijos les compraría pan duro? Primero qué nada, ¡Dígame usted si también es madre de familia?"

"Si... de dos...".

"Ahora, volviendo a mi otra pregunta: ¿Les daría pan duro?"

"No..."

"¡Exáctamente! ¡Usted quiere lo mejor para sus chiquitos!", sonrisa amplia de mi madre, me jala del brazo y apoya su cabeza contra mi pecho. Ni intentar huir, no es efectivo, "¿Verdad que es precioso mi nene?", de cuarenta años mamá, tu nene de cuarenta años, "Ahora, hágame el favor de conseguirme una rosca un poco más fresca. ¿Verdad que todavía tienen?".

"si... déjeme ver..."

"Gracias, es usted una buena madre".

¡Ay mi pinche madre!