12/29/2003

El no escribir

El no escribir

Bueno, ya regresé de mis vacaciones, ya me desintoxiqué de todo y de todos. (Excepto de mi madre, a la que por un error del destino, la llevé en el asiento trasero del coche a Morelia... y por ende, fue un error llevar a Virginia, a quien llevé en el asiento del copiloto y el efecto colateral fue el pobre de Rufus, quien iba temblando de terror compartiendo el lugar con mi jefecita). ¡Si, he vuelto! Y en este frío invierno, tengo más anécdotas en mi listita que contarles acerca de mi jefecita y como con sus manos (y su voz característica), ella dirige la orquesta.

Y ahora que regreso, me doy cuenta que sigo como un BlogIdol, yo creí que me iban a sacar por no haber escrito.

Mis vacaciones a Morelia no fueron planeadas, entre Virginia y yo surgió como un: nos vamos? Pues si, nos vamos! Y vámonos como alma que se la lleva al diablo... hasta que vimos, a lo lejos, a mi mamá con su maleta de siglos y "que aún está buena", un sombrerito de paja y unos lentes oscuros. Hasta parecía que ella nos había estado esperando. Mi mamá tiene algo de bruja: anticipa las cosas antes de que sucedan. Por eso creí ilusamente, que al irnos sin avisar a nadie, como un plan de esos espontaneos... ella no podría poner en práctica sus poderes de adivina. Me equivoqué.

Pero traté de que Virginia se divirtiera mucho e hice lo posible porque mi madre no interfiriera mucho. Oh no, no en esta Navidad. Por supuesto, fue imposible.

Me acordé de la navidad de hace muchos años, cuando yo era un crío y nos visitaron los tíos de Chihuahua, y después los de Nayarit, y luego los de Morelia... se juntó toda la familia (del lado de mi madre) en mi casa. Todas las mujeres en esa familia, son excéntricas, no importa si sea de sangre o por el lado político. Y todos los hombres, somos igual de callados. Casi puedo apostar que somos una familia con un matriarcado de siglos. Desde niño, pude atinar cuál sería mi destino, lo que me preparaba el futuro. Una mujer igual de ruidosa, que las alrededor de veinte mujeres que estaban en mi casa, incluyendo mi madre.

En ese entonces, teníamos sirvienta... Petronila. Venía de un pueblito de Toluca y mi madre ya la tenía bien aleccionada. Esa Navidad, mi madre la estaba observando mientras a nosotros los primos y a mi, nos enseñaba como cantar Opera. Es una imagen muy poderosa la que tengo grabada: mi madre, vestida con una blusa floral, los tubos en la cabeza y empezó con un agudísimo: "UUUUUUUUUUUU"...

Después, dos tías: Griselda y Viridiana se le unieron... y estaban las tres: "UUUUUUUUUU"

Y los primos estábamos: "UUUUUUUUUUU"

Mamá: "Ahora intenten una nota más alta"

"AAAAAAAAAAAAAAAAA"
"UUUUUUUUUUUUUUUU"
"AAAAAAAAAAAAAAAAA"
"UUUUUUUUUUUUUUUU"

Y ahí estábamos los niños, aullando como coyotes agarrados por la trampa...

Mamá: "UUUUUUUUUU!! PETRONILA!!! EL JITOMATE, NO OLVIDES EL JITOMATE!"
Griselda: "Si lo acaba de poner. AAAAAAAAAAAAAAA"
Primos: "UA?"
Mamá: "Para que no se le olvide"... y mi mamá movía sus manitas con las notas, de la derecha a la izquierda.
Viridiana: "UEUEUEUE DOOOBI DOOBI DO BA".

Resta decir, que mi mamá y Griselda vieron a Viridiana de una manera extraña. No sabían si tacharla de contemporanea o rebelde.

Mamá: "¡PETRONILA!, EL JITOMAAAAAAAATE, ¿NO HUUUUUUUELES EL JITOMATE QUE SE QUEMA?", la cabeza de mi mamá se movió como una sonaja y yo tenía miedo de que se le cayeran los tubos cuidadosamente puestos.
Griselda: "NO LE GRIIIIIIIIIIIIIIIITES A LA POOOOOOOOOOOOOBRE, SIRVIEEEEEEEEENTA".
Primos: "UEAAAAAAAAAAAAA, UEAAAAAAAAAAAA"
Viridiana: "Badooom, badooom, badooooom... eia eia a!"

Mi mamá le regaló de navidad a Virginia, una blusa floreada... casi puedo apostar que son los mismos colores de aquel entonces.
Me sonreí por dentro, estaba casi seguro que Virginia diría algún comentario negativo acerca de la blusa... sin embargo no fue así, al día siguiente se la puso y se admiró en el espejo.

... Quise gritar.

12/07/2003

Juegos Crueles

Hay un juego, que me divierte demasiado. Y no es culpa mía, es culpa de las dos mujeres en mi vida. Pareciera que se ponen de acuerdo para entretenerme cada domingo, que tenemos cena familiar. El juego empieza desde el viernes, cuando Virginia y mi mamá intentan ponerse de acuerdo. El problema es la cara de seriedad que tengo que mantener durante esos tres días, y por supuesto, alabar a cada lado en privado para yo no meterme en problemas. Ya no quiero ser el mediador, oh no, me sucedió la primera vez y no pienso, ni siquiera en un impulso suicida, tratar de mediar la situación con las dos mujeres presentes.

El juego de este fin empezó de la siguiente manera:

"¿Entonces, mi querídisima Virginnnnia, tú traerás las alcaparras?" pregunta mi madre desde la cocina, mientras Virginia y yo miramos la tele en la sala, nota aparte... observen cuidadosamente la ene, a la cual mi madre presta atención cariño y yo antes no comía alcaparras, hasta que Virginia se presentó en mi vida. Mi mamá sabe cuánto las odia, pero ella, por no querer darle gusto responde así:

"Las alcaparras que le meteré por el...", responde Virginia molesta, mientras me observa.

"Callada que sigue siendo mi madre", me tengo que aguantar la risa. Si pudiera sacarle una foto a Virginia cuando gesticula y utliza esas palabras, es y sin ánimo puñalesque, DIVINO.

"¡Si señora, mañana voy por ellas al super!", exclama ella.

"¿Y mañana qué piensas cocinar queridita Virginnnia?"

"Le voy a cortar una pierna señora y la ... ", miro a Virginia serio, ya son semanas de práctica y ella responde con una cara de puchero, "¡Pastel de carne!"

"¡Pero si eso hiciste la semana pasada!"

Virginia se muerde los labios, respira profundamente, y sonríe con dientes como cuchillos.

"¡Entonces le traigo empanadas de queso y jamón!", dice ella. Esas como me encantan, un novio argentino le enseñó a preparar la masa. Ese mismo novio le enseñó otras cosas que se quedan dentro de la habitación. Tal vez luego me anime a contárselas.

"¡Ay no! ¡Tú sabes que los lácteos me hacen mal!"

"Que raro, vaca gorda", murmura Virginia y yo tengo que pellizcarle el brazo, "¡Ouch!".

"¿Qué dijiste, Virginnnnia?"

"Que si le parecen unos bistecitos en salsa verde".

"¿Qué te parece Salo, los bisteces están bien? Porque si mal no recuerdo... a ti te hace daño la carn...."

"¡Están bien los bisteces, mamá!".

Entonces me disculpo y les digo que saldré a fumar, así se quedan calladas. El chiste, lo he descubierto, es medir el poderío de la mujer sobre el hombre. Cuando están solas no se qué se dirán, no creo que mucho. Pero cuando estoy yo de por medio, se preparan para darme ese show secreto que tanto disfruto en ocasiones y me hace reír, mientras camino sólo, con mi cigarro y el aire dispersando la risa contenida de semanas enteras.

12/03/2003

Cuando mi madre me cachó moliendo el chocolate...



Cuando era chiquito era natural, ustedes saben, agarrarse la cosita y moverle tantito porque es que, si, me perdonaran, pero se sentia muy rico. A mi me relajaba, estarle moviendo ahi hasta que me aburriera y me ocupara en jugar con otra cosa. ¿Se acuerdan del juguete del hombre del millón de dolares? de que era la mitad transparente, para demostrar sus partes biónicas. o los gi joe. Andaba yo en pleno vietnam y entre vietnam y mi pene. En ese entonces, no habia mucha diferencia.

un niño chiquito, jocoso y jacarandoso.

El paso siguiente fue descubrir las piernas de las niñas en faldas y los símbolos sexuales. No me negarán que María Félix, de joven, era una bomba de sexualidad andando. La tele, mi fiel compañera, en esos años me enseño a Lucia Mendez y a Veronica Castro (antes de convertirse en la mujer que dice que no se quiere poner colágeno porque quiere demostrar al mundo su recién adquirida vejez). En lo internacional, tendríamos a la siempre amada Sofía Loren, Raquel Welch y todas las chica Bond que pudieran haber para moverle a nuestro deseo masturbatorio.

Marilyn Monroe a pesar que fue antes de mi epoca ocupará un lugar especial en mi ... corazón.

En mi caso, estaba Karelia. una niña que usaba falda y blusas muy ligeras. Una vez jugando le jale de más la blusa y madre de Dios, estaba viendo senos desarrollandose. Me impacte, de veras me impacte y ese dia en el silencio, mientras caminaba a mi casa con mi mochila al hombro y mi luncherita de Astroboy, me senti hombre.

Habia visto senos por primera vez. como no iba a ser hombre. Me encerre en mi cuarto y fue como si me descubrieran el metodo, darle hasta que no hubiera mas. Nada de aburrirse, no no no. Y en los senos recien descubiertos, fue como si le jalara la blusa a las chicas Bond y les descubriera el Eden, las piernas de mayas de cuadritos de Marilyn portaban sentido, Maria Felix y sus ojazos me enseñaron el camino. Parecía taladro industrial, no les miento.

El problema de ser niño es que vives con tus padres y mi mamá entró para llamarme a comer. Me cacho con los pantalones en los muslos, el calzón abajo y los ojitos en blanco. Medio acostado en la cama con la cosa apuntandole directamente en la cara. No, no es uno de los recuerdos más gratos. Cuando me di cuenta, fue como ver sus reacciones armarse en camara lenta, primero sus ojos se agrandaron, su boca se hizo una o y su mano se movio a cuadro por segundo en señal de sorpresita. Parpadeo muchas veces antes de poder decir algo: "Con que moliendo el chocolate, mijito".

Cerró la puerta y yo me vesti, baje a comer como pude y ese dia, comimos mi madre, mi padre y yo en un silencio casi sepulcral.

Mi padre nos miro a los dos, sabia que algo habia sucedido.

"¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tan calladitos?" preguntó papá.

"Evelio, tu hijo ya se esta haciendo hombre" y mi madre estuvo a punto de soltar una lagrimita.

Asi aprendi que si me largaba de mi casa era para poder jalarmela agusto. Ese fue mi primer pensamiento de independencia a los once años.

Hoy, lo he logrado. Y ya no me la jalo, ya tengo a mi querida Virginia para arreglar los asuntos del libido. De vez en cuando, si me entra la nostalgia y me encierro en la regadera y hago lo correspondiente, ¿pues qué?

Con Virginia, pues si retozamos agusto, como animalitos campestres. Disfrutamos lo que tenemos, el problema, ja, el problema... es que mi madre toca la puerta del departamento en los momentos adecuados. Aprendió a tocar la puerta, ya que una vez entró al departamento usando la llave, que pendejamente le di y nos vio a Virginia y a mi, en pleno calentamiento.

Sonrio mi mama, como recordando viejos tiempos y los ojos se le hicieron agüita. Cerro la puerta y no regreso hasta entrada la noche.