10/17/2004

La mamá que algunos tenemos y otros desean

Recordando anécdotas de mi preparatoria... he de platicarles que yo estudié en una de hermanos maristas, dónde sólo habíamos puros hombres. Ya se imaginarán las hormonas, lo estricto que era contenerlas dentro del recinto. En cada inicio, de cada clase, rezábamos un padre nuestro. Los profesores, en su mayoría hermanos maristas, ya estaban demasiado viejos y eran, sin duda, los más estrictos. El nombre de mi preparatoria no importa, algunos habrán de reconocerla tan sólo leyendo estas líneas.

Sin embargo, yo tuve una etapa más difícil que los demás... porque mi mamá iba por mi a la escuela. Apuesto que están pensando en sus tubos, en su vestimenta exótica, en su rodillo de cocina (el que no dejó por error y lo sacó por inercia). Pues no, esa no era mi jefecita. Mi jefecita, hace unos añitos... tenía un cuerpazo todavía, con decirles que era mesera de un bar en el centro histórico. ¿Por qué? ¿Nos faltaba dinero? No, para nada. Lo hacía por puro gusto. Mi jefa en ese entonces, le gustaba presumir el cuerpazo que todavía tenía. Le gustaban sus vestidos ceñidos, su cinturita y vientre plano de ejercicio.

No basta decir que no me la acabé. Hice como veinte amigos el primer día de clases y mi mamá opinó que todos estaban lindos, pero que el más bonito de todos esos era yo. A mi no me importaba, después de todo, mi vida social se facilitó gracias a mi jefa. Excepto cuando escuchaba como alababan sus partes como si yo no estuviera presente, entonces si me prendía y amenazaba a agarrar a golpes a quien se atreviera a abrir la bocota para decir algo respecto a mi jefecita.

Un día le pedí a mi mamá-: O dejas de vestirte así o deja de venir por mí a la escuela.

-Hijo -me respondió ella-, me veo bonita y me vale un cacahuate que te jodan o no. Algún día me entenderás.

¿A qué viene todo esto? Bueno, a que creo que ya lo estoy comprendiendo. Hoy mi mamá estaba estrenando un pantalón de vestir. Nos preguntó a mi y a Virginia como se le veía y le respondimos que bien. Ella sonrió y se fue al espejo del baño, a admirarse un rato... fácil, unos veinte minutos.

Cuando yo pasé por ahí, escuché como dijo-: No... ya no. Soy una vieja vaca, gorda y fea.

2 Comments:

Blogger Luis Ricardo said...

Qué sinceridad. Te felicito por el blog, y felicito a AMLO por ser la inspiración de nuestras madrecitas.

30 de octubre de 2004, 3:15 a.m.  
Blogger monocristal said...

Ah, con la diferencia q la mia daba clases en la escuela...

24 de agosto de 2005, 6:39 p.m.  

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