El Globo es una famosa pastelería, para aquellos despistados o visitantes de Extranjia.
¿Y mi madre? La peor de todas, gracias por preguntar.
Ecuación pertinente, sin temor a errar las matemáticas: Globo + rosca + madre = Desastre.
La gente, la gran mayoría de la gente, tiene anotadas las fechas especiales con un plumón y una carita feliz en el calendario. Yo no. Para mi, todas las fechas especiales, todos los asuetos, lo que sea, desearía yo estar en otra parte. Desearía que hubiera mucho trabajo y no regresar en casa hasta dos meses después, ya pasadas las secuelas. Si, eso desearía... pero vamos, ¿por qué es tan terrible, se preguntarán? ¿Por qué siempre exagera este tipo? ¿No será su mamá la que tenga un energúmeno? Probablemente si, soy un energÚmeno. Y ya saben el dicho: "Hijo de tigre(sa) pintito".
Y bien, sin más preámbulo... la anécdota de la compra de la rosca.
La rosca mi madre insiste en comprarla en la noche del seis, porque así: "Está fresquesita, recién horneada y como debe ser. ¿O a poco quieres comer pan duro?", no mamá, "¿Entonces qué preguntas?". Y ahí vamos. Vistete Salomón, agarra las llaves del coche Salomón, ignora la sonrisita burlona de Virginia... Salomón, tú puedes Salomón. Y ahí vamos mi mamá y yo. Mi mamá vestida de dorado y con un gorrito cilíndrico que no sé muy bien describir, con una bufanda rosa y harta joyería en manos y cuello, casi parece africana. "En honor a Baltasar quien llevó mirra a nuestro señor Jesús".
Si mamá.
¿Realmente Baltasar le llevó mirra a Jesús? En fin.
Bajamos al coche, mi mamá tintineando como campanita todo el camino y con un rostro solemne. Nos subimos y ahí empieza el espectáculo. Bueno, el espectáculo empezó desde que ella nació... sin embargo, esas son otras anécdotas y habrá tiempo de contarlas todas. Ahora, a lo que vamos: Globo y Rosca de Reyes.
El resto de la ecuación del caos.
Llegamos en cuarenta minutos. No es que esté lejos de casa, es que el tráfico estaba inmenso. En fin, nos bajamos del coche, entramos al globo y pareciera que todos los clientes veían a mi madre, la reina maga, hacer su aparición. Hasta la vi por un momento y creí que su color era un poco más oscurito que el usual. Por supuesto, la luz del establecimiento, el traje completamente dorado, mi mamá era una estrella. El brillo cegaba a quien le mirara y yo, iba como basura espacial atrás de la cola del cometa. Pues ahí vamos a escojer la bendita rosca.
Restaban alrededor de 6 ó 7 en el mostrador que mi madre cuidadosamente seleccionó de entre unas 15 roscas (aunque todas, eran exáctamente iguales). Se robó a una de las señoritas, pellizcándole el hombro y señaló cada una de las roscas.
"¿Cuántos muñecos tiene cada una?", preguntó ella.
La señorita, un poco molesta por el pellizcón, "diez".
"¿Cuándo las hicieron?"
"Hoy en la tarde, discúlpeme, estaba atendiendo a otros cl..."
"¿HOY EN LA TARDE? ¿HOY EN LA TARDE? NO, DEMANDO, EXIJO UNA HECHA AHORITA MISMO".
Yo me quedé atrás, muriéndome de vergüenza, haciendo mi mejor interpretación de: "Hey, yo no conozco a esta loca... estoy igual de sorprendido que ustedes".
Mi madre levantó un dedo y acercó amenazaradoramente su brillantez a la dama que nos atendía: "¿Qué no saben que el pan duro es peligroso? ¡El pan duro lo comen los perros! ¿Estará de acuerdo señorita?"
"Cr... creo... que si".
"¿Entonces, cómo se atreve tan siquiera a sugerir qué está vendiendo a su clientela pan tan viejo cómo ese? ¿A sus hijos les compraría pan duro? Primero qué nada, ¡Dígame usted si también es madre de familia?"
"Si... de dos...".
"Ahora, volviendo a mi otra pregunta: ¿Les daría pan duro?"
"No..."
"¡Exáctamente! ¡Usted quiere lo mejor para sus chiquitos!", sonrisa amplia de mi madre, me jala del brazo y apoya su cabeza contra mi pecho. Ni intentar huir, no es efectivo, "¿Verdad que es precioso mi nene?", de cuarenta años mamá, tu nene de cuarenta años, "Ahora, hágame el favor de conseguirme una rosca un poco más fresca. ¿Verdad que todavía tienen?".
"si... déjeme ver..."
"Gracias, es usted una buena madre".
¡Ay mi pinche madre!